Ventajas del cultivo de semillas regulares

El cultivo de semillas regulares no es el más popular entre los cannabicultores. De hecho, el 95% de los cultivos se realizan con semillas feminizadas. Estas cifras son normales sabiendo que de las semillas feminizadas únicamente brotarán plantas hembras que se llenarán de flores en la última etapa de su ciclo vital. Al contrario, las semillas regulares poseen aproximadamente el 50% de probabilidades de germinar machos, y el mismo porcentaje de germinar hembras. No obstante, estas semillas poseen algunas ventajas que no se encuentran en las feminizadas. 

¿Qué son las semillas regulares?

Hasta entrados los años 90 no aparecieron en el mercado las semillas feminizadas, lo que significa que todo horticultor estaba obligado a cultivar semillas regulares. Esto suponía que sus plantas podrían crecer y desarrollarse como hembra o como macho, dato que quedaba en la incertidumbre hasta que comenzaban a mostrar los primeros signos de su sexo en la etapa de pre-floración o, en el caso de los machos, pre-sacos de polen. 

Por lo tanto, el cultivo de semillas regulares supone tener la misma posibilidad de conseguir plantas de un sexo u otro. De este modo, se entiende que la gran mayoría de consumidores de semillas opte por plantar semillas feminizadas, ya que es una forma de asegurar la obtención de las preciadas flores de  marihuana.  Es más, no siempre la probabilidad es de 50/50, hay semillas que rondan los 70/30, los 40/60 o, incluso, los 80/20. Aun así, sólo se puede conocer la naturaleza de la semilla plantándola. 

Ante este panorama, resulta difícil concebir que un cannabicultor prefiera sembrar este tipo de semillas que unas que le aseguren su estimada cosecha al terminar la temporada. Sin embargo, cultivar semillas regulares posee algunas ventajas que, en ningún contexto, las pueden ofrecer las feminizadas. 

Principales diferencias entre las semillas regulares y las semillas feminizadas

Las diferencias entre las semillas regulares y las semillas feminizadas no terminan en el hecho de que las primeras sean capaces de engendrar plantas de ambos sexos y, las segundas, sólo hembras. 

Una cualidad exclusiva de las semillas regulares es que son las únicas capaces de crear plantas macho. Los machos, en lugar de producir cogollos, generan el polen necesario para polinizar a las hembras. En la mayoría de los casos no es interesante fecundar las plantas hembra, por éstas producirán semillas arruinando sus flores. Ahora bien, ésta es la única forma de crear nuevas variedades de cannabis. Por lo que, cultivar semillas regulares, es esencial para conseguir los híbridos que tanto triunfan en el mercado por sus características  mejoradas.

Más allá de esta realidad, cabe apuntar que las semillas feminizadas poseen una propensión mayor a producir plantas híbridas cuando el cuidado de las mismas es deficitario. Aunque la mayoría de fallos en el cultivo no derivan en hibridación, las semillas regulares cuentan con una resistencia particular ante estas situaciones. De facto, en general, las plantas nacidas de cultivos de semillas regulares son más vigorosas y mucho más resistentes que las feminizadas. 

Ventajas de cultivar semillas regulares

A pesar de la poca frecuencia con la que se siembran semillas regulares, muchos cultivadores de cannabis experimentados optan por ellas con el fin de conseguir un cultivo de mayor calidad. Si bien está muy extendida la creencia de que plantar este tipo de semillas conlleva una dificultad mayor que las semillas feminizadas, únicamente difiere en la necesidad de sexar las plantas en el momento idóneo, es decir, identificar su sexo para separar los macho de las hembras. Una vez superada esta cuestión, sólo queda disfrutar de sus ventajas. 

Plantas más resistentes

En general, cultivar semillas regulares equivale a obtener plantas de cannabis más vigorosas y con mayor resistencia a los factores externos que el resto de semillas. Soportará mejor faltas de agua, cambios de temperatura o mostrará mayor oposición a las plagas. 

La mejor opción para hacer plantas madres y esquejes

Los esquejes extraídos de una planta madre a partir de semillas regulares son más fuertes, enraízan con mayor facilidad y crecen con más rapidez. Además, son mucho más estables que los esquejes a partir de plantas de marihuana feminizadas, pues la probabilidad de hibridación es mínima. Así, las plantas regulares son más adecuadas para la clonación que las plantas femeninas. 

Asimismo, los esquejes permiten obtener un número mayor de plantas en menos tiempo por la omisión de la etapa de germinación. 

La única forma de cría

La existencia de semillas regulares es la razón por la que se pueden realizar crías y, por lo tanto, crear nuevas variedades de marihuana. De esta forma, aparecen cepas con unos colores específicos, niveles de THC o CBD al gusto del breeder o una mayor producción y resistencia, entre otras posibles características a modificar. 

Acceso a genéticas antiguas

Actualmente, los catálogos de los bancos de semillas están compuestos casi en su totalidad por semillas de marihuana feminizadas debido a la gran demanda de las mismas. No obstante, no existen semillas feminizadas de todas las variedades regulares, por lo que este tipo de semillas permite acceder a cepas clásicas caídas en el olvido por la irrupción en el mercado de las feminizadas. 

Plantas más sabrosas

Las semillas regulares no han sufrido alteraciones de ningún tipo en su genética, al contrario que las feminizadas. Esto significa que, al cultivar semillas regulares se está plantando una semilla que conserva absolutamente todas sus cualidades organolépticas originales, por lo que su marihuana será más sabrosa y aromática que cualquier versión feminizada que se pueda encontrar en el mercado. Adicionalmente, crecerá de una forma más explosiva y vigorosa. 

Cómo cultivar semillas regulares

El cultivo de plantas regulares apenas diverge del resto de semillas. La fase de germinación y crecimiento son exactamente las mismas que las de las plantas feminizadas fotodependientes. No obstante, se debe prestar atención a los primeros signos de floración, pues es el momento de identificar el sexo de la planta, es decir, del sexado. 

En el caso de las hembras, en los nudos aparecerán pequeños pelos blancos que, más tarde, darán paso a las flores. Los machos desarrollarán vainas redondas que almacenarán el polen. En este punto, es necesario separar las plantas para que las hembras no sean fecundadas.

Si se han cultivado semillas regulares para obtener flores de calidad, habrá que deshacerse de los machos. Por el contrario, si se busca polinizar, habrá que escoger al ejemplar macho con más calidad, o con las características que se busque en los descendientes, y fecundar a las hembras con su polen. 

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